Libertad

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viernes, 9 de enero de 2015

Mi libreta de París

Todavía hay tiempo para perder la razón. Todavía hay tiempo para entrar en calor y perder la memoria. 
Cruzar semáforos en rojo, abrir puertas que llevan a ningún sitio.


Porque nos dicen que la curiosidad mató al gato pero no si lo que vio mereció la pena.
Porque está de moda perderse en los fines, en los cuandos. Y no puede haber sentimiento más efímero, esperar que pase algo que no llega y ver como pasa cuando ya ha llegado.
Todavía hay tiempo para dejar a un lado los momentos vacíos.
Vivir esclavo de la intensidad, citando al gran Robe.
Sé que vivir es lo único que viene sin instrucciones. Un segundo vale horas cuando de amor estamos hablando, por ejemplo.
Sin estar seguro de nada, puedo decir que los medios siempre deberían importar más que los fines. El camino, tu destino que haces tú.
Lo demás viene y va, nos importa y nos deja de importar.
Efímero.
Fugaz.
Como un verso al viento.


Las personas van por ahí buscando instrucciones, pero no las hay. Deberían saberlo, porque precisamente no es tanto lo que hay que hacer, sino lo que no hay que hacer:
No hay que desperdiciar el tiempo en busca de respuestas, eso es algo que se paga caro y tarde, o más bien tarde, y caro.
Joder, si cientos de filósofos han venido con miles de teorías para intentar entender la vida en sí, y cada una de ellas diferente, lo único que deja claro es que no hay consejos que valgan para todo, cada uno se hace los suyos.

Yo por mi parte, me dedico a caminar, para escribir las "cosas que no volvería a hacer" en mi libreta de París; y después seguir caminando.
Siempre con la esperanza de poder tachar algo en el futuro, pero sin pensar mucho en ello. 
Afortunadamente me queda mucha tinta en el corazón y mucho papel en las cicatrices.
Es lo bueno de venderse solo por un beso, y qué le voy a hacer.

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