Libertad

Libertad

jueves, 30 de julio de 2015

Corazón de cristal

Con descaro y sin preguntar, comenzó a hablar conmigo con tanta confianza, que en ningún momento me paré a pensar si aquello era extraño.
Dejándome llevar, decidí arroparme en sus palabras hipnotizado por la belleza lozana que lucía su rostro.
Empezó a relatarme una vida azarosa, llena de altibajos y en menos de dos paradas supe que por dentro estaba rota. Su voz era cálida, y tuve la impresión de que las paredes del autobús se estaban derritiendo poco a poco psicodélicamente. Que extraña sensación.
Ella necesitaba a alguien que reconstruyera su corazón, barriera los trozos rotos, los intentara juntar; aunque fuera en vano y sólo se quedara en el intento, sin buscar nada a cambio.
Hablé con ella lo que duraron cinco paradas, hasta que se bajó, casi sin avisar. Me pilló por sorpresa -debe pasar en los autobuses- pensé.
La ví alejándose a través del cristal y quise salir corriendo a buscarla pero ya era tarde.
Me bajé en la siguiente parada.
Nunca más la volví a ver.
Nunca supo que dejé varias paradas pasar para seguir escuchándola.



También aquí

La vida sigue también aquí, y no son los coches con sus vocinas estridentes, sino las gaviotas las que adornan el paisaje y despiden el día, día que se me antoja cálido y consabido.
Hace ya tiempo desde la última vez que vine, pero el paisaje ha permanecido estoico: los pinos otean en el horizonte, el mar impregna al viento en salitre y hace música cada vez que una de sus olas se transforma en espuma al chocar con la pared de rocas del acantilado sobre el que ahora estoy sentado. La luna, ya asoma sobre la vereda de pinos, y parece contemplar con complicidad, hoy más que nunca, a todos aquellos a los que como yo, el mundo les parece algo inabarcable y lleno de armonía.
Estoy sentado justo donde mi vida se fusiona con el infinito, y una brisa egoísta barre mi cara de dudas y preguntas sin responder. Te extraño.


Quizás tú también estés pensándome en cualquier lugar, se me ocurre que ese es el regalo más valioso que me podrías hacer: pensarme a tu manera, quererme a tu manera, y que solo la luna fuera testigo de aquello, aunque nunca nadie, ni siquiera yo, se percatara jamás. Porque cuando existe un sentimiento tan puro cualquier intento de expresarlo es un acto de rebeldía, y yo prefiero ser rebelde pero solo si te tengo al lado.
Apareces en mi mente, madura y sentimental, con esa mirada que tantas veces ha desordenado mi pensamiento.
Para mi, siempre seguirás siendo aquel amor imposible, lo sé, porque cada vez que te imagino me dan ganas de escribir un libro en el que el amor fuera el protagonista y antagonista de nuestra historia.
Te llevaste todas las respuestas contigo.


"Aquel libro en blanco que le regalé me ha acompañado todos estos años. Sus palabras serán las mías. No sé si sabré hacer justicia a mi promesa. A veces dudo de mi memoria y me pregunto si únicamente seré capaz de recordar lo que nunca sucedió.
Marina, te llevaste todas las respuestas contigo."- Marina, Carlos Ruiz Zafón.