Libertad

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domingo, 26 de abril de 2015

En tus ojos

La luz es la parte de la radiación electromagnética que puede ser percibida por el ojo humano:

Pasa a través de la córnea, y llega a la pupila. Misterio.
Se contrae o expande dependiendo de la intensidad. Calor.
El cristalino proyecta la imagen enfocada en la retina, que recibe la imagen invertida en sus paredes. Contraste.
La luz estimula los bastones y conos, quienes transforman esa información en impulsos nerviosos. Electricidad.
El cerebro es quién realmente ve las imágenes, las endereza, e interpreta la información. Excitación.

Creo en los ojos como en una ventana por donde afloran y se airean nuestras sensaciones, capaces de reflejar amor, pasión, dolor, desasosiego o tranquilidad.
8 músculos mueven una mirada, pero miles de sentimientos emanan de ella.
Me pregunto si alguna vez creíste en tener una media naranja, yo nunca; hasta que miré aquellos ojos.


Tan serenos, como si me hubieran estado esperando desde siempre, tan familiares pero extraños, tan cercanos pero desconocidos.
No podía dejar de mirarlos y pretender que mi vida tuviera sentido. Empecé a hablar sin saber bien que decía, ella me miraba bajo la luz tenue anaranjada de aquella noche; y me calló.
Como en un sueño, estaba completamente preso de una fuerza que me movía, no podía hacer nada. Mis movimientos por inercia iban al compás de los suyos, sólo me dejaba llevar.
Mi cuerpo era una explosión de sentimientos que nunca había tenido, inimaginables, lo juro. Noté esa extraña y peligrosa conexión que todo el mundo busca en una persona para salvarse del mundo real, y todo se hizo pequeño, y el tiempo se paró, y sólo estaba yo, y tú conmigo, y pude oír, ver, oler, sentir, vivir el momento como nunca antes, unos instantes eternos mientras los vivía pero fugaces después.
Tras aquella noche empecé a creer en algo, aquella fuerza misteriosa que nos unía empezó a cambiarme, empecé a ver la magia que envolvía a las cosas.
Una palabra, tomada por sí sola no es nada, un conjunto de letras, pero cuando salía de tu boca era magia.
Un gesto, una caricia, como si no hubiera hueco para el azar, como si el destino nos hubiera entrelazado en la vida. Tal vez nos conociéramos de antes, quizás de otra vida.


Sea lo que fuere, cuando te fuiste, me sentí lo más vacío que se puede sentir un hombre. Ya no había magia a mi alrededor.
Tuve mono de ti, como una droga. El alcohol fue mi rehabilitación y ahora todo era insensible.
Viniste y te fuiste para que pudiera sentir con mi corazón la relatividad del tiempo...
Ahora entiendo por qué el destino nos cruzó en la vida.
Te quedaste en mi memoria por siempre en el recuerdo de aquellos ojos color nácar bajo la luz anaranjada de aquella noche que aún reflejaba con mayor intensidad el color, el misterio y la magia de unos ojos que ya nunca olvidaré.






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