Libertad

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domingo, 8 de junio de 2014

Los días tristes

El hombre se adentra en el vagón, somnoliento entre iguales rostros grises, de manera autómata busca sitio entre la gente. El silencio del tren envuelve el infernal traqueteo, nadie quiere hablar con nadie, prefieren mantenerse ocupados con la mirada atenta en sus móviles.
Todo transcurre según lo previsto: la chica de las 8:00 sube y se sienta cerca del chico de las 7:30, el sonido habitual anuncia la próxima parada e irrumpe en el tímpano de aquellos que iban dormidos...
El hombre nota algo extraño... su mente mecánica repasa automáticamente todo lo que hará durante el día, con miedo a que algo se le haya escapado, pero no, no es eso.
Un rayo de luz se escapa entre la montaña para llegar a sus pupilas. Levanta la vista, una chica de cálida mirada y ojos verdes le observa, con una media sonrisa.
El hombre se quedó mirándola varios segundos, hipnotizado por su rostro, nunca había visto nada igual en un tren. Aquella mirada le evadió por unos instantes de su mundo gris, y despertó. Se dio cuenta de que su vida no era vida y su felicidad era fingida. "Nunca más", se dijo.
Ahora solo veía personas anónimas, miradas perdidas buscando una certeza, amaneceres oteando algún atisbo de esperanza, instantes expectantes intentando hacerse un hueco en la agenda de tan ocupados seres.

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