El 23 de septiembre de todos los años, comienza mi parte preferida del año.
Los árboles comienzan a tomar colores amarillos, naranjas, ocres, rojos; el sol se pone cada vez más temprano (3 minutos cada día exactamente), y deja sobre las nubes infinidad de colores que hacen bello el paisaje. El cielo se va encapotando, repentinas lluvias caen sobre la ciudad, creando reflejos de luces sobre el pavimento.
El equinoccio de otoño avisa con su elegancia de que se avecinan cambios. Y digo elegancia, porque para mí septiembre, octubre y noviembre me parecen meses elegantes. Los señores con trajes ocres del calendario.
Quizás tenga esa idea porque el otoño represente la madurez.
Y tal vez me guste tanto por ser la estación menos preferida, soy así.
Porque pasa desapercibido entre el calor y el frío, y no es tan golosa, alegre y superficial como la primavera.
No es tan atractivo como el verano, ni tan serio como el invierno. El otoño es filosófico, melancólico, y muy ensoñador.
Poca gente se percata de él pero siempre está: como el bajo de una canción, como esa persona que cuando se va deja un vacío; como la noche, que no se percata de la luna pero siempre luce su brillo.
El otoño transcurre lento en la vida, como si se resignara a abandonar su esencia pero a la vez dando lugar a muchos cambios, intemporal y pasajero. Hay sorpresas en estos meses. Y las cosas suceden de poco en poco.
Para algunos comienza el curso, y con el las promesas.
Personalmente, siempre me han ocurrido cosas increíbles en estos días, siempre han tenido un cierto encanto que propiciaban la aparición de buenos momentos, que además se disfrutan más porque no tenemos mucho tiempo libre en estas fechas. Nunca me decepcionan y aunque en ocasiones les pida más de lo que por derecho me corresponde, me dejan con buen sabor de boca y me envuelven con su magia queriendo que encuentre vida más allá de la rutina, queriendo que me encuentre más a mi mismo.
Y además tengo el honor de que mi cumpleaños sea en octubre.
Personalmente, siempre me han ocurrido cosas increíbles en estos días, siempre han tenido un cierto encanto que propiciaban la aparición de buenos momentos, que además se disfrutan más porque no tenemos mucho tiempo libre en estas fechas. Nunca me decepcionan y aunque en ocasiones les pida más de lo que por derecho me corresponde, me dejan con buen sabor de boca y me envuelven con su magia queriendo que encuentre vida más allá de la rutina, queriendo que me encuentre más a mi mismo.
Y además tengo el honor de que mi cumpleaños sea en octubre.
Cada otoño que pasa, sé algo que no sabía antes de mi, y por cada hoja que cae lanzo una promesa al aire.
Son los elegantes días de otoño.
Son los elegantes días de otoño.

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