Libertad

Libertad

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Recuerdo mortecino

No se si este verano ha sido el mejor de mi vida, pero apenas es ya un recuerdo mortecino.
No quiero reconocer cuando alguien parece saber más cosas sobre mi que yo mismo, pero tal vez mis amigos tengan razón por una vez y esté enamorado. Del verano, digo. 
Yo, que intento ser sagaz para estas cosas prefiero aceptar que no soy correspondido, que ya estamos en septiembre. Y es que a mi, el sol no me pone tan moreno como a los demás, pero no soy celoso o al menos lo disimulo bien.
Hoy en el metro me he dado cuenta de que nunca dejo acabar tu canción, me gustaría pensar que es porque todavía el verano no se ha acabado. Como cuando los poetas contemporáneos no ponen punto y final a sus versos; más bien es por dejarte pasar, vienes y te vas, y si me preguntan, yo nunca te he conocido.
Y mientras mi cabeza busca una metáfora para expresar lo que viene a continuación, tú con otro, yo con otra.


Hoy ha llovido, y siento como si Madrid se hubiera lavado la cara, cuando me he asomado por la ventana lo he visto todo diferente. No había gente en la calle, y a mi sólo me apetecía salir para oler el petricor. 







jueves, 27 de agosto de 2015

Whisky doble

Miro el reloj y es casi la una de la madrugada, en el bolsillo tengo todavía el paracetamol que he guardado por si me mandas un mensaje.
Una sensación de regocijo y excitación recorre mi cuerpo, me encuentro a mi mismo en estas calles,  me veo reflejado en los cristales de los escaparates, siento que las luces de neón atraviesan mi cuerpo y el eco de mis pasos se hunde en el tumulto. El aire contaminado es la fragancia que me gusta respirar.
Grandes avenidas y sinuosas calles, esperando que mi destino se cruce con sus misterios aguardan con silencio en la noche de la ciudad.
Sí, esta es la vida que he escogido, y en lo que me quiero convertir. Sin preámbulos puedo decir que he estado muchos años de mi vida esperando a que una parte de mi explotara, naciera, o se transformara, y súbitamente me convirtiera en otra persona, como si no quisiera ser yo mismo. Como si no quisiera reconocer ser el tipo que con un whisky se olvida de todo y sólo entonces tiene el valor de enfrentarse a todo lo que se pueda poner en medio de su devenir.
Porque las personas tenemos capas, como las cebollas, y la vida nos va quitando una a una. Cuando ya no hay más capas, el mundo te resulta más lejano, y la gente. Todos los días acaban siendo el mismo, y la felicidad es algo más fácil de encontrar en el hábito. Estás desnudo frente al espejo y no hay nada más.
Caminando por la ciudad me he descubierto; en mi cabeza sólo hay un erial de pensamientos, y ya no lucho por encontrar alguno que merezca la pena.
Quizá sólo tengamos una oportunidad para todo en la vida, y yo perdí la mía amando a la persona equivocada.
Y al final, como nadie puede estar mucho tiempo a la intemperie, busco refugio donde siempre:


-Un whisky doble, por favor.

jueves, 30 de julio de 2015

Corazón de cristal

Con descaro y sin preguntar, comenzó a hablar conmigo con tanta confianza, que en ningún momento me paré a pensar si aquello era extraño.
Dejándome llevar, decidí arroparme en sus palabras hipnotizado por la belleza lozana que lucía su rostro.
Empezó a relatarme una vida azarosa, llena de altibajos y en menos de dos paradas supe que por dentro estaba rota. Su voz era cálida, y tuve la impresión de que las paredes del autobús se estaban derritiendo poco a poco psicodélicamente. Que extraña sensación.
Ella necesitaba a alguien que reconstruyera su corazón, barriera los trozos rotos, los intentara juntar; aunque fuera en vano y sólo se quedara en el intento, sin buscar nada a cambio.
Hablé con ella lo que duraron cinco paradas, hasta que se bajó, casi sin avisar. Me pilló por sorpresa -debe pasar en los autobuses- pensé.
La ví alejándose a través del cristal y quise salir corriendo a buscarla pero ya era tarde.
Me bajé en la siguiente parada.
Nunca más la volví a ver.
Nunca supo que dejé varias paradas pasar para seguir escuchándola.



También aquí

La vida sigue también aquí, y no son los coches con sus vocinas estridentes, sino las gaviotas las que adornan el paisaje y despiden el día, día que se me antoja cálido y consabido.
Hace ya tiempo desde la última vez que vine, pero el paisaje ha permanecido estoico: los pinos otean en el horizonte, el mar impregna al viento en salitre y hace música cada vez que una de sus olas se transforma en espuma al chocar con la pared de rocas del acantilado sobre el que ahora estoy sentado. La luna, ya asoma sobre la vereda de pinos, y parece contemplar con complicidad, hoy más que nunca, a todos aquellos a los que como yo, el mundo les parece algo inabarcable y lleno de armonía.
Estoy sentado justo donde mi vida se fusiona con el infinito, y una brisa egoísta barre mi cara de dudas y preguntas sin responder. Te extraño.


Quizás tú también estés pensándome en cualquier lugar, se me ocurre que ese es el regalo más valioso que me podrías hacer: pensarme a tu manera, quererme a tu manera, y que solo la luna fuera testigo de aquello, aunque nunca nadie, ni siquiera yo, se percatara jamás. Porque cuando existe un sentimiento tan puro cualquier intento de expresarlo es un acto de rebeldía, y yo prefiero ser rebelde pero solo si te tengo al lado.
Apareces en mi mente, madura y sentimental, con esa mirada que tantas veces ha desordenado mi pensamiento.
Para mi, siempre seguirás siendo aquel amor imposible, lo sé, porque cada vez que te imagino me dan ganas de escribir un libro en el que el amor fuera el protagonista y antagonista de nuestra historia.
Te llevaste todas las respuestas contigo.


"Aquel libro en blanco que le regalé me ha acompañado todos estos años. Sus palabras serán las mías. No sé si sabré hacer justicia a mi promesa. A veces dudo de mi memoria y me pregunto si únicamente seré capaz de recordar lo que nunca sucedió.
Marina, te llevaste todas las respuestas contigo."- Marina, Carlos Ruiz Zafón.

sábado, 27 de junio de 2015

Un martes cualquiera

Era pronto, pero él ya estaba arropado por las sábanas. Su subconsciente ya le empezaba a recordar aquellos momentos ridículos del día, como siempre. Se quitó la camiseta, y ahora más aliviado por el calor, empezó a pensar en sus problemas, a la vez que trataba de conciliar el sueño.
Su móvil se iluminó, quién será a estas horas, aunque sólo eran las diez.
Pasaron unos segundos hasta que sus ojos se adaptaron a la luz de la pantalla, vio que era ella.
"A veces es mejor no despertarse porque los sueños superan a la realidad en todos los aspectos.
Necesito que me digas que la vida es un misterio que vale la pena vivir, que la felicidad se encuentra en los lugares más insospechados, que se cuela como la luz lo hace por la persiana de tu habitación por las mañanas en tu vida.
Aunque no te crea demasiado."
Era la chica del café. La llamaba así porque se conocieron tomando un café cerca de donde él trabajaba. La primera vez que la vio fue lo más cercano que ha estado de eso del amor a primera vista, pero ella no lo sabía.


Desde aquel día decidió ir a la misma hora todos los días, para verla mientras se tomaba su zumo de naranja. Él leía el periódico, donde solo había noticias tristes o aburridas, y de reojo la observaba, hasta que un día cansado de hacer siempre lo mismo se atrevió a acercarse, sin pensarlo mucho,y entablaron conversación. Muchas de las cosas importantes en la vida se hacen sin pensar mucho.
Así fue como la conoció. Poco a poco se fueron conociendo más y de vez en cuando se hablaban por teléfono, la mayoría de las veces de madrugada. 
Tenían una especie de amistad rara, no eran amigos normales, ella acudía a él cuando tenía algún tipo de inquietud.
Cada mensaje suyo era un reto. Echó todos sus problemas a un rincón en su mente para intentar dar con las palabras que más la podrían gustar. Es complicado ser amigo de la chica de la cafetería, no es fácil sorprenderla con unas palabras porque ella no se deja sorprender. Tampoco es fácil entender que pasa por su mente, porque cuando él creía que por fin sabía lo que ella pensaba, ella se las apañaba para negárselo, como si tuviera miedo de encontrar a alguien que por fin la entendiera. Supongo que podría ser peligroso.


La imaginaba en su mente con esos ojos que tan desesperadamente buscaban a alguien que la entendiera, alguien con el que poder contar, alguien que no buscara nada más que una especie de extraña amistad interesada, para que siempre que le necesitara, estuviera ahí para mandarle un mensaje y tranquilizar su mente a altas horas de la madrugada. Aunque esta vez solo eran las diez.


+ Tú lo que quieres ahora -dijo- es un zumo de naranja, y alguien que te diga que los sueños no se diferencian mucho de la realidad, más bien al revés. Que la vida es como el mar, nunca nadie sabrá los misterios que hay ocultos tras él.
 hh
- ¡Vamos a ver! -parecía enfadada- ¿Cómo voy a encontrar la felicidad buceando en el agua? Se te va la olla, ¿lo sabías?
+ No la encontrarás bajo el agua.- respondió él- lo que necesitas es una felicidad simple, que venga de algo insospechado. Entonces serás consciente de que hay cosas que se escapan al entendimiento, como el que ríe sin saber por qué.
Y sí, se me va la olla, llevo toda la vida practicando.
-Jjajajajaja -escribió- espero que llegue pronto ese día. ¿Mañana te veo?

+ Claro, donde siempre.
-¡Vale! Buenas noches entonces.

+Descansa mucho, buenas noches. Ya verás como mañana se cuela la felicidad por los agujeros de tu persiana como la luz del sol.
Volvió a dejar el móvil en la mesa de noche, y por fin ambos lograron conciliar el sueño,sonriendo bajo las sábanas.

domingo, 26 de abril de 2015

En tus ojos

La luz es la parte de la radiación electromagnética que puede ser percibida por el ojo humano:

Pasa a través de la córnea, y llega a la pupila. Misterio.
Se contrae o expande dependiendo de la intensidad. Calor.
El cristalino proyecta la imagen enfocada en la retina, que recibe la imagen invertida en sus paredes. Contraste.
La luz estimula los bastones y conos, quienes transforman esa información en impulsos nerviosos. Electricidad.
El cerebro es quién realmente ve las imágenes, las endereza, e interpreta la información. Excitación.

Creo en los ojos como en una ventana por donde afloran y se airean nuestras sensaciones, capaces de reflejar amor, pasión, dolor, desasosiego o tranquilidad.
8 músculos mueven una mirada, pero miles de sentimientos emanan de ella.
Me pregunto si alguna vez creíste en tener una media naranja, yo nunca; hasta que miré aquellos ojos.


Tan serenos, como si me hubieran estado esperando desde siempre, tan familiares pero extraños, tan cercanos pero desconocidos.
No podía dejar de mirarlos y pretender que mi vida tuviera sentido. Empecé a hablar sin saber bien que decía, ella me miraba bajo la luz tenue anaranjada de aquella noche; y me calló.
Como en un sueño, estaba completamente preso de una fuerza que me movía, no podía hacer nada. Mis movimientos por inercia iban al compás de los suyos, sólo me dejaba llevar.
Mi cuerpo era una explosión de sentimientos que nunca había tenido, inimaginables, lo juro. Noté esa extraña y peligrosa conexión que todo el mundo busca en una persona para salvarse del mundo real, y todo se hizo pequeño, y el tiempo se paró, y sólo estaba yo, y tú conmigo, y pude oír, ver, oler, sentir, vivir el momento como nunca antes, unos instantes eternos mientras los vivía pero fugaces después.
Tras aquella noche empecé a creer en algo, aquella fuerza misteriosa que nos unía empezó a cambiarme, empecé a ver la magia que envolvía a las cosas.
Una palabra, tomada por sí sola no es nada, un conjunto de letras, pero cuando salía de tu boca era magia.
Un gesto, una caricia, como si no hubiera hueco para el azar, como si el destino nos hubiera entrelazado en la vida. Tal vez nos conociéramos de antes, quizás de otra vida.


Sea lo que fuere, cuando te fuiste, me sentí lo más vacío que se puede sentir un hombre. Ya no había magia a mi alrededor.
Tuve mono de ti, como una droga. El alcohol fue mi rehabilitación y ahora todo era insensible.
Viniste y te fuiste para que pudiera sentir con mi corazón la relatividad del tiempo...
Ahora entiendo por qué el destino nos cruzó en la vida.
Te quedaste en mi memoria por siempre en el recuerdo de aquellos ojos color nácar bajo la luz anaranjada de aquella noche que aún reflejaba con mayor intensidad el color, el misterio y la magia de unos ojos que ya nunca olvidaré.






martes, 27 de enero de 2015

Quizás en otra vida

Quizás en otro tiempo y otro lugar. Tal vez la próxima tengamos mejor suerte y nos podamos conocer, mirarnos pero esta vez con los ojos del que sabe que todavía queda lo mejor.
Porque si el tiempo es lo más maravilloso que tenemos, tú eres el motor que hace girar las manecillas de mi reloj.


Quizás en otra vida la música nos acompañe, y no calle, y entonces te podré escribir lo que nunca me atreví a decir, dibujar lo que nunca te dije que vi, robarte uno y más besos. Solo tendremos que mirarnos, sonreír y empezar de nuevo, como las flores cuando abren sus pétalos de primavera en primavera.
No me quise lo suficiente como para no renegar de ti, o sólo estuve demasiado loco cuando se me pasó por la cabeza; pero yo no decido cuando estar así:
"Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio" (Julio Cortázar).


Sé que hay veces que es mejor dejar las cosas como están, para no romper su armonía; no es lo que quise ni lo que quiero, pero es mejor así. 
Mientras exista tu recuerdo nunca morirás, serás el secreto que mejor guardé, el verano que siempre soñé, la brisa, el mar, las olas, el cielo.
Quizás bajo otras estrellas y durante otra noche podrás decirme cuanto brilla la luna, y yo estaré ahí para poder verla junto a ti. 
Y si quieres podremos subir a aquel barco los dos mientras el viento sacude las velas y tu pelo castaño. No tendremos preocupaciones, tiraremos los relojes por la borda y haremos lo que siempre quisimos hacer.
Tal vez  el destino nos haya guardado una segunda oportunidad, y la vida sea un poco más caprichosa con nosotros en esa ocasión.
Hasta entonces seguiré con la vida que tengo y mis problemas, con mi guitarra y mis poemas, con mis dibujos y mis dilemas. Sigue tu también con la tuya, y cuídate mucho.
Y ojala el viento nos acompañe la próxima, sople las velas fuerte y nos aleje de lo que de verdad fuimos.
Quizás en otra vida, en otro tiempo, en otro lugar.


viernes, 9 de enero de 2015

Mi libreta de París

Todavía hay tiempo para perder la razón. Todavía hay tiempo para entrar en calor y perder la memoria. 
Cruzar semáforos en rojo, abrir puertas que llevan a ningún sitio.


Porque nos dicen que la curiosidad mató al gato pero no si lo que vio mereció la pena.
Porque está de moda perderse en los fines, en los cuandos. Y no puede haber sentimiento más efímero, esperar que pase algo que no llega y ver como pasa cuando ya ha llegado.
Todavía hay tiempo para dejar a un lado los momentos vacíos.
Vivir esclavo de la intensidad, citando al gran Robe.
Sé que vivir es lo único que viene sin instrucciones. Un segundo vale horas cuando de amor estamos hablando, por ejemplo.
Sin estar seguro de nada, puedo decir que los medios siempre deberían importar más que los fines. El camino, tu destino que haces tú.
Lo demás viene y va, nos importa y nos deja de importar.
Efímero.
Fugaz.
Como un verso al viento.


Las personas van por ahí buscando instrucciones, pero no las hay. Deberían saberlo, porque precisamente no es tanto lo que hay que hacer, sino lo que no hay que hacer:
No hay que desperdiciar el tiempo en busca de respuestas, eso es algo que se paga caro y tarde, o más bien tarde, y caro.
Joder, si cientos de filósofos han venido con miles de teorías para intentar entender la vida en sí, y cada una de ellas diferente, lo único que deja claro es que no hay consejos que valgan para todo, cada uno se hace los suyos.

Yo por mi parte, me dedico a caminar, para escribir las "cosas que no volvería a hacer" en mi libreta de París; y después seguir caminando.
Siempre con la esperanza de poder tachar algo en el futuro, pero sin pensar mucho en ello. 
Afortunadamente me queda mucha tinta en el corazón y mucho papel en las cicatrices.
Es lo bueno de venderse solo por un beso, y qué le voy a hacer.