Libertad

Libertad

domingo, 11 de septiembre de 2016

Coches tras el cristal mojado

Era demasiado impaciente para esperar a que el microondas terminara de calentar su vaso de leche. Demasiado impaciente para aguantar los anuncios antes de que volviera la película, y también para quedarse hasta que saltara el contestador cuando llamaba.
Demasiado impaciente para dejar que el secador de manos secara por completo sus manos antes de salir del baño, y demasiado impaciente para aguantar diez minutos de tráfico todos los días antes de ir a trabajar.
Siempre esperando a que llegue el fin de semana, odiando tener la sensación de estar perdiendo el tiempo.
Demasiado impaciente para aguantar una relación sentimental más de dos meses, porque en cuanto se torcía, ya no merecía la pena esperar y arreglarlo. Tenía que ir todo siempre bien. 


Un día cualquiera en el metro, vió a un hombre repartiendo folletos. Extendió la mano y cogió uno. Empezó a leer:

"Un día un niño descubrió en el jardín de su casa, a una oruga, construyendo un capullo con hilos de seda a su alrededor. 
El niño sabía que la oruga estaba pasando por un proceso de transformación, y se iba a convertir en mariposa. Pero pasaron varios días y la mariposa no salía.
Por fin, parecía que el día llegó y empezó a ver como forcejeaba y algunas partes de su diminuto y frágil cuerpo se abrían paso. Pero el proceso se detuvo.
El niño, agobiado, decidió ayudar a la mariposa para que saliera de la larva, e hizo unos cortes con cuidado en el capullo. 
Finalmente, la mariposa consiguió salir, pero era demasiado débil como para volar. Se quedó inmóvil para siempre, demasiado débil como para vivir de una manera normal como cualquier mariposa."

Levantó la vista para intentar encontrar al hombre que le dió el folleto pero ya no estaba.


"Deseamos ser felices, aun cuando vivimos de tal modo que hacemos imposible la felicidad" - San Agustín.


martes, 19 de julio de 2016

Personas atemporales

Hay una parte de nosotros que es atemporal. Recuerdos que te hacen volver a ese lugar, ese instante sintiendo lo que sentías, porque parecen reales. 
Un lugar no es nada por si solo, un lugar, es él, y su historia; lo mismo con los objetos, con las personas, con las canciones y los poemas. Ahí está la parte atemporal de su esencia.
Y pienso que no hay nada más preciado para nosotros que nuestros recuerdos y el poder mantenerlos intactos, inmóviles en el tiempo.
Se me ocurre que en verdad lo único importante es encontrar a esa persona que sepa ver la historia a través de tus ojos, que de alguna manera entienda todo sin saber nada, la complejidad y la sencillez sin entender el por qué.
Esas personas son  como troncos de árbol en un río, te puedes aferrar a ellas y sentirte seguro, aunque no sepas muy bien a donde te lleva la corriente. En el fondo nunca lo sabes.

Todo lo demás es retórica.
Todo lo demás es un telón negro que te cubre y no te deja ver.


domingo, 15 de mayo de 2016

El hombre que siempre quiso llorar y no pudo

Cansado de infortunios -el hombre que siempre quiso llorar y no pudo- decidió empezar a escribir su historia. Más por necesidad que por placer, a veces, por miedo a que llegara el punto en el que empezara a no recordar todo aquello que ahora afloraba por su piel. 

Cogía el lápiz y el papel, porque era un hombre clásico, no le gustaban los avances tecnológicos, él solía decir que la humanidad se deshumanizó cuando se cambió la pluma por el teclado. Aunque no se percatara de que la pluma había dejado de usarse años atrás.


Pero siempre acababa soltando el lápiz, por miedo a reconciliarse con los fantasmas de su pasado, por miedo a ver en lo que se había transformado casi sin darse cuenta. Y digo "casi" porque sabía en lo que se estaba convirtiendo pero se dejaba llevar porque creía que era lo mejor. 
 - En la vida, llega un momeno en el que te dás cuenta de que las cosas no suceden por algo, sólo suceden- decía.

Por motivos que sólo él sabe, se marchitó con el paso del tiempo, sin resistencia. 

-El hombre que siempre quiso llorar y no pudo- no lloraba nunca, pero escribía. Sin embargo, nunca era capaz de escribir su historia, y esta quedaba encerrada en su pensamiento como un pétalo queda suspendido en el cielo esperando a que el viento cese para por fin posarse en tierra firme, en algún lugar perdido de la nada. 
Él era el pétalo, los vientos eran sus fantasmas.



Aquella vez fue diferente. Al final por esa necesidad tan humana de no querer caer en el olvido -el hombre que siempre quiso llorar y no pudo- recogió su lápiz, y empezó a escribir, con el fin de que alguien en el futuro se dejara caer por sus párrafos:



"Prólogo:

A mi me gustaba hacer el amor contigo en el tren, sentado a tu lado, me desnudabas con tu mirada, y con tu sonrisa, estabamos desnudos uno al lado del otro y sólo lo sabíamos nosotros.
Yo nunca he sido pesimista, ni creo que ahora lo sea. Fuiste tú la que con su sonrisa me sacó de este mundo, fuiste tú la que luego me hizo caer en la realidad, buena o mala, pero realidad.
Volví de ti siendo otra persona. Parece que nadie se dió cuenta de la catarsis inversa que me estaba transformando y eso era lo que más me disgustaba.
 
Ahora, una parte de mi se estremece  pensando en mi vida tal y como es. 
Una lluvia de dudas colma mi interior, preguntando.
Mi vida sigue día a día, todo cambia de manera contingente pero nada cambia en esencia. 
No me identifico en el bullicio del metro, ni en las personas que escandalosamente buscan la aceptación de si mismas en los demás, intentando caer bien a toda costa, con falsas risas y falsa modestia.
No encuentro virtudes ni valores en esta ciudad, tampoco en mi mismo. Porque después de mucho tiempo me he dado cuenta de que no quiero ser buena persona. Tampoco quiero ser la peor.
Yo quiero ser yo. Sin fingir. 

Quiero ser la madurez de saber mis anhelos, la satisfacción de las cosas bien hechas, la emoción que siento al verte, la fragancia que me enamora cuando pasas.
Una emoción, una fragancia, buena o mala, pero que se sienta, pero que se huela.

Pasan los días y todavía no encuentro los motivos para querer coger ese tren y volver, volver a donde yo siempre quise estar. Pero me esfuerzo por intentar encontrarlos, créeme, me esfuerzo."



" It feels like I only go backwards, baby
Every part of me says go ahead" .


 



miércoles, 13 de abril de 2016

Rock & Roll, y tú



Quiero que te quites el coletero en el descapotable para ver como se desordena tu melena al viento.
Quiero coger una carretera y no soltarla, que nos lleve a donde sea, tú ya sabes que sólo es una excusa para estar contigo.
Pondremos Rock & Roll durante el viaje, puro, simple, arrollador y sucio.
Del que se te mete en las venas, te invade el cuerpo y entonces ya no puedes parar.
Quiero que seas salvaje. Hacerlo contigo una y otra vez. Y que al acabar me digas que quieres más.


Bésame.
Muérdeme. 
Ya tendremos tiempo para romanticismos más tarde.
Quiero que al llegar al hotel no te esperes a entrar. Que me intentes arrancar la camisa en el ascensor y me pegues contra la pared, mientras nos besamos y rozamos piel con piel a la vez que intento sin suerte abrir la puerta de la habitación, tú con una mano en mi cuello y otra buscando la hebilla de mi cinturón.



Quiero entrar de golpe, arrancarme la camisa que se había quedado a medio desabrochar, mientras me empujas hacia la cama.
Quiero recorrer tu cuerpo con mis manos, y entretenerme un poco en tus muslos. Quiero mirarte a los ojos.


Cuando acabemos sacaré la botella de vodka y después de varios chupitos volveremos a repetir.
Y por la mañana sin haber dormido apenas, volveremos al coche y proseguiremos nuestro viaje.


Desde valencia, hasta la costa azul.
Ya sabes lo que quiero.
Sólo tenemos que dejar que la música se nos meta en las venas.




domingo, 10 de abril de 2016

Soneto de madrugada


A veces me ahogo entre mis palabras
juegan en mi mente y mis pensamientos
se hunden entre suspiros y lamentos
renacen como el fénix con sus alas

Esmeraldas brillan en tu mirada
y me evado del mundo por momentos
me fundo en la nada y mis sentimientos
se turban entre capas con espadas

No quiero rojo, si no es tu carmín
no quiero verde, si no son tus ojos
quiero tenerte, verme junto a ti

No quiero ser medio, tampoco fin
no quiero noches, si no son de locos
quiero besarte, tocarte y sentir

Como el niño que un día fui

Aquellas mañanas de primavera se hicieron más llevaderas sabiendo que ella estaba aquí. Con cierta inquietud pensaba en la dependencia que tenía cuando me levantaba y veía sus mensajes, sin darme cuenta estaba de camino a la universidad, sin esfuerzo ni cansancio.


Volví a los días más queridos de mi infancia, en los cuales esperaba con anhelo el timbre que precedía al patio, para salir corriendo y jugar a las canicas. Ella era ese sentimiento, esa mirada inquieta al reloj antes de que sonara la campana, ese sentimiento de felicidad y esa tristeza cuando otra vez tenía que volver a clase con mis compañeros.
Me miraba en el espejo como el niño que un día fui, vulnerable y dependiente de algo que no sabía muy bien que era, pero tampoco me importaba porque sin darme cuenta los días pasaban y era feliz. A mi juicio el mundo antes de ella iba demasiado rápido. Llegó, me revolucionó y tuve que bajar de marcha para darme cuenta de que hay sensaciones que están hechas para vivirlas despacio.
Le cogía de la mano por la calle, a veces no hacía falta hablar y eso era lo mejor. El calor de la ciudad nos arropaba, mientras paseábamos eramos complices de numerosas situaciones, y eso me hacía sentir vivo, excitado y único.


Una vez en una de nuestras tardes de viernes me soltó la mano se paró y me dijo:
- No creo que esto sea para siempre, pero yo lo llevaré siempre conmigo de una manera u otra.
No se muy bien lo que significaban aquellas palabras y yo no dije nada. Nos miramos durante unos segundos y luego me di cuenta de que era lo mejor que me podría haber dicho.
Miré a sus ojos y vi reflejados en ellos mi mirada tranquila, esperanzadora, con un atisbo de ingenuidad, como la del niño que un día fui; y la besé.

domingo, 27 de marzo de 2016

Los demasiado inteligentes



Los grandes héroes y villanos de la historia fueron en su día niños. Incluso bebés, vulnerables y dependientes, en medio de un mundo hostil. Para llegar hasta donde llegaron tuvieron que pasar por una infancia y una adolescencia que les marcó su carácter y personalidad. Algunos seguro que tuvieron un proceso de madurez marcado por el dolor. Entonces te fijas en ellos, como lo que son, y recuerdas que también fueron niños adorables, vulnerables y te preguntas cuales fueron los cambios que les hicieron llegar a ser ellos mismos. 

En general con cualquier persona del mundo. Porque sin duda alguna y a veces me lo planteo, si mis padres o mi entorno hubieran sido diferentes, yo sería diferente ahora. No me lo planteo como algo malo, porque me siento bien conmigo mismo, simplemente me lo planteo. 

Aunque sea verdad esto, que el entorno y nuestro contexto nos condicionan, no es una justificación para las acciones buenas o malas en sí mismas que realizamos. Porque más de una vez he escuchado, y tú también, el típico argumento de: “no, no podemos juzgarle por esto, porque a saber lo que habrá vivido en su infancia. A saber lo que le habrá pasado, por eso se comporta así”.

Entonces, ¿dónde queda la libertad individual de cada uno? No, el entorno nos condiciona a todos pero siempre tenemos margen de elección, prefiero pensar así, porque si no, nos deshumanizamos, perdemos la libertad, seríamos esclavos de nuestra circunstancia. Estaríamos devaluando la capacidad moral de aquel que hizo lo correcto a pesar de vivir en unas circunstancias desfavorables. En la historia hay muchos casos. 



Quiero pensar en vez de esto, que hay personas mediocres y personas que brillan

Quiero dejar claro que ser mediocre no es malo y que no es algo en lo que estás encerrado de por vida, simplemente es una manera de clasificar a las personas que viven según les vienen las cosas, porque no se plantean nada, sin demasiadas aspiraciones, solo buscan su bienestar y lo enmarcan adecuadamente en la sociedad en la que viven, sin cuestionar lo que le dictan los convencionalismos.

Una persona que brilla, por el contrario, es aquella persona generalmente más inteligente que el resto, que no se siente bien casi nunca porque es precisamente, demasiado inteligente. Se cuestiona muchas cosas, y no se limita sólo con hacerlas, sino que busca la raíz del asunto y el por qué. Por poner un ejemplo, a las personas así generalmente les cuesta encontrar pareja, porque no son conformistas y no en el sentido físico, sino en el psicológico.

De tal manera, las personas mediocres no se plantean las cosas y por tanto en su contexto no evolucionan y acaban adaptando como buenas las ideas que le rodean. Tienen libertad de elección para elegir entre lo bueno y lo malo pero no lo hacen porque en su filosofía de vida no está la palabra elegir. Todo está masticado y listo para tragar y lo aceptan. 

Bajo mi punto de vista no sabría decir si es mejor ser una persona mediocre o una persona que brilla.
Todo depende del punto de vista que le queramos dar. Porque desde luego, cuanto más inteligente eres más te cuesta encontrar la felicidad, y se supone que es lo que todos buscamos en la vida, nuestro fin. Porque fuimos puestos en este mundo para ser felices y procrear, no para estudiar o trabajar, y eso es algo que siempre deberíamos tener en la cabeza para no perder la perspectiva de las cosas.

Aunque sí que es cierto que una persona con inteligencia, que se cuestiona las cosas y con personalidad inquieta, nunca podrá ser mediocre, no podrá elegir serlo, pues no se sentirá bien.

Este es el principal problema de los demasiado inteligentes. En un punto de su vida se dan cuenta de la aversión que tienen hacia la sociedad y desde entonces no podrán ser felices. 

No al menos a su manera.  

Quizás incluso hubieran preferido vivir en otra época, donde los políticos eran correctos, los niños respetaban a los mayores y los valores de la sociedad permanecían puros. Pero lo cierto es que sólo es su manera de negar la realidad, la nostalgia. Porque la vida es difícil en el presente.


Y desde mi punto de vista, la única solución para ese dilema de la vida es amar.

"Creo que el amor que es veraz y real crea una tregua con la muerte, la cobardía viene de no amar o no amar bien, qué és lo mismo. Cuando el hombre que és valiente y veraz mira cara a cara a la muerte [...], como ama con suficiente pasión aparta a la muerte de su mente, hasta que vuelve como hace con todos los hombres y es hora de volver a hacer el amor de verdad. Piensélo bien." -Medianoche en París.


lunes, 22 de febrero de 2016

Los 6 grados

Dicen que entre tú y cualquier otra persona en el mundo, hay sólo una cadena de conocidos de cinco personas. Si tenemos en cuenta que en el mundo hay aproximadamente 7376 millones de habitantes, es bastante sorprendente entonces, que si quieres pasar un mensaje entre tú y un granjero chino perdido en el Himalaya haya sólo 5 intermediarios.
Parece ser que esta teoría ha sido probada en numerosas ocasiones, dando resultados incluso más sorprendentes, con menos conexiones. 


Una vez leí un libro en el que la protagonista estaba atrapada en un mundo en el que cuando caminaba llegaba al mismo sitio, y no paraba de dar vueltas en círculo sobre su realidad. Quizás no sea tan descabellada esa idea, quizás todo esté más cerca de lo que pensamos.
Tal vez para moverse y triunfar en el mundo tan sólo hacen falta buenos contactos, nos servirían para llegar hasta donde nosotros quisiéramos.
En verdad no hay mucha diferencia entre un granjero chino y tú: todos estamos hechos de la misma materia orgánica, únicamente nos diferenciamos por un 5% de nuestros genes.


Enlazándolo con este tema, hay un juego bastante popular que se llama geoguessr. El juego te suelta en un lugar perdido del mundo y tú tienes que adivinar donde estás. Te puedes mover, ver carteles, señales, pero entonces pierde la gracia.
El tema es que moviéndote por el mapa te encuentras a infinidad de gente paseando, en coche, o en moto. Cada una de estas personas con una vida, con numerosos problemas y satisfacciones. 
A veces me quedo observándo a cualquiera sin más, intentando adividar de donde viene y a donde va, haciendo conjeturas sobre su vida. 
Él no lo sabe, pero sólo estamos a 5 conocidos de ser amigos, e incluso puede ser que nos lleguemos a caer bien.
Porque cada persona es un mundo, y un mundo, puede ser más pequeño de lo que pensamos.