Libertad

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domingo, 27 de marzo de 2016

Los demasiado inteligentes



Los grandes héroes y villanos de la historia fueron en su día niños. Incluso bebés, vulnerables y dependientes, en medio de un mundo hostil. Para llegar hasta donde llegaron tuvieron que pasar por una infancia y una adolescencia que les marcó su carácter y personalidad. Algunos seguro que tuvieron un proceso de madurez marcado por el dolor. Entonces te fijas en ellos, como lo que son, y recuerdas que también fueron niños adorables, vulnerables y te preguntas cuales fueron los cambios que les hicieron llegar a ser ellos mismos. 

En general con cualquier persona del mundo. Porque sin duda alguna y a veces me lo planteo, si mis padres o mi entorno hubieran sido diferentes, yo sería diferente ahora. No me lo planteo como algo malo, porque me siento bien conmigo mismo, simplemente me lo planteo. 

Aunque sea verdad esto, que el entorno y nuestro contexto nos condicionan, no es una justificación para las acciones buenas o malas en sí mismas que realizamos. Porque más de una vez he escuchado, y tú también, el típico argumento de: “no, no podemos juzgarle por esto, porque a saber lo que habrá vivido en su infancia. A saber lo que le habrá pasado, por eso se comporta así”.

Entonces, ¿dónde queda la libertad individual de cada uno? No, el entorno nos condiciona a todos pero siempre tenemos margen de elección, prefiero pensar así, porque si no, nos deshumanizamos, perdemos la libertad, seríamos esclavos de nuestra circunstancia. Estaríamos devaluando la capacidad moral de aquel que hizo lo correcto a pesar de vivir en unas circunstancias desfavorables. En la historia hay muchos casos. 



Quiero pensar en vez de esto, que hay personas mediocres y personas que brillan

Quiero dejar claro que ser mediocre no es malo y que no es algo en lo que estás encerrado de por vida, simplemente es una manera de clasificar a las personas que viven según les vienen las cosas, porque no se plantean nada, sin demasiadas aspiraciones, solo buscan su bienestar y lo enmarcan adecuadamente en la sociedad en la que viven, sin cuestionar lo que le dictan los convencionalismos.

Una persona que brilla, por el contrario, es aquella persona generalmente más inteligente que el resto, que no se siente bien casi nunca porque es precisamente, demasiado inteligente. Se cuestiona muchas cosas, y no se limita sólo con hacerlas, sino que busca la raíz del asunto y el por qué. Por poner un ejemplo, a las personas así generalmente les cuesta encontrar pareja, porque no son conformistas y no en el sentido físico, sino en el psicológico.

De tal manera, las personas mediocres no se plantean las cosas y por tanto en su contexto no evolucionan y acaban adaptando como buenas las ideas que le rodean. Tienen libertad de elección para elegir entre lo bueno y lo malo pero no lo hacen porque en su filosofía de vida no está la palabra elegir. Todo está masticado y listo para tragar y lo aceptan. 

Bajo mi punto de vista no sabría decir si es mejor ser una persona mediocre o una persona que brilla.
Todo depende del punto de vista que le queramos dar. Porque desde luego, cuanto más inteligente eres más te cuesta encontrar la felicidad, y se supone que es lo que todos buscamos en la vida, nuestro fin. Porque fuimos puestos en este mundo para ser felices y procrear, no para estudiar o trabajar, y eso es algo que siempre deberíamos tener en la cabeza para no perder la perspectiva de las cosas.

Aunque sí que es cierto que una persona con inteligencia, que se cuestiona las cosas y con personalidad inquieta, nunca podrá ser mediocre, no podrá elegir serlo, pues no se sentirá bien.

Este es el principal problema de los demasiado inteligentes. En un punto de su vida se dan cuenta de la aversión que tienen hacia la sociedad y desde entonces no podrán ser felices. 

No al menos a su manera.  

Quizás incluso hubieran preferido vivir en otra época, donde los políticos eran correctos, los niños respetaban a los mayores y los valores de la sociedad permanecían puros. Pero lo cierto es que sólo es su manera de negar la realidad, la nostalgia. Porque la vida es difícil en el presente.


Y desde mi punto de vista, la única solución para ese dilema de la vida es amar.

"Creo que el amor que es veraz y real crea una tregua con la muerte, la cobardía viene de no amar o no amar bien, qué és lo mismo. Cuando el hombre que és valiente y veraz mira cara a cara a la muerte [...], como ama con suficiente pasión aparta a la muerte de su mente, hasta que vuelve como hace con todos los hombres y es hora de volver a hacer el amor de verdad. Piensélo bien." -Medianoche en París.


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