Creamos futuros recuerdos, que, con anhelo y suerte morirán lentamente, entre cenizas y miasmas. Imágenes recicladas, de las que ya poco queda: un sentimiento mortecino, una foto muy rasgada.
Cuando llevo tiempo sin verme y me echo de menos a mi mismo, me encuentro paseando por estos rincones.
Corriendo por el paseo marítimo, iba a buscarte a tu casa.
Cantando aquella canción que te hice.
Sintiendo las tardes soleadas de abril entre amigos, y aquellas noches eternas.
Luego,
recuerdo que los recuerdos no son más que momentos retocados, felicidad
inventada en un portal a la despedida, sensaciones varadas en la laguna
estigia de los sentimientos.
Y me doy cuenta:
Corría porque llegaba tarde.
Cantaba una canción que nunca llegué a terminar.
Llovía en aquellas tardes de invierno y no abril. Efímeras eran las noches.
Sonrío, no importa; aún sabiendo que no fui ni la mitad de feliz que recuerdo, recordando soy feliz.
Y
pensando, es en el contenido inherente y no es en la forma, donde se encuentra el
verdadero significado de lo que hacemos. Hago un esfuerzo para hacer memoria:
Corría porque te quería.
Cantaba porque era feliz.
Llovía en la terraza, pero soleados eran los momentos, de noches efímeras pero eternas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario